SEGURIDAD Y SALUD LABORAL
PERSONAL AUXILIAR Y DE AMBULANCIAS - John D. Meyer
El personal auxiliar, incluidos enfermeros de urgencias médicas y personal de transporte de las ambulancias, presta la asistencia sanitaria inicial en el lugar del accidente, siniestro o enfermedad aguda, y transporta a los pacientes a los puntos en que pueden recibir el tratamiento adecuado. Los avances del equipo sanitario y de las comunicaciones, han incrementado las posibilidades de estos trabajadores de reanimar y estabilizar a las víctimas mientras los trasladan a un centro de urgencias. El aumento de la capacidad de los enfermeros de urgencias médicas, va acompañado de la elevación de los riesgos a que se ven expuestos en el cumplimiento de sus funciones. El personal sanitario de urgencias trabaja en pequeños equipos, integrados generalmente por dos o tres personas que con frecuencia realizan su trabajo en instalaciones mal equipadas y de difícil acceso. En el medio ambiente de trabajo se pueden producir riesgos imprevistos o incontrolados de orden biológico, químico y físico. Las situaciones dinámicas rápidamente cambiantes y la hostilidad de los pacientes y del entorno pueden exacerbar los peligros inherentes al trabajo. En el diseño de estrategias para reducir y prevenir las lesiones profesionales, se deben tomar en consideración los riesgos para la salud del personal auxiliar.
Los riesgos a que está expuesto el personal auxiliar se clasifican en cuatro categorías principales: riesgos físicos, riesgos por inhalación, exposición a agentes infecciosos y estrés. Los riesgos físicos comprenden tanto las lesiones musculosqueléticas relacionadas con las tareas profesionales, como los efectos causados por el ambiente de trabajo. El levantamiento de grandes pesos en posiciones difíciles es el mayor riesgo físico que sufren estos trabajadores y es responsable de más de un tercio de las lesiones. Las distensiones de espalda constituyen las lesiones más frecuentes y, según un estudio retrospectivo, el 36 % de las lesiones comunicadas se debían a distensiones lumbares (Hogya y Ellis 1990). El levantamiento de los pacientes y del equipo parecen ser las principales causas de aparición de las lesiones lumbares de espalda, dos tercios de las cuales, aproximadamente, se producen en el lugar de intervención. Las lesiones recurrentes de espalda son frecuentes y pueden provocar una incapacidad de larga duración o permanente que fuerza la jubilación anticipada de trabajadores experimentados. También son frecuentes las contusiones de cabeza, cuello, tronco y extremidades, los esguinces de tobillos, muñecas y manos y las heridas en los dedos. Otras causas de lesiones son los accidentes de circulación y la violencia ejercida tanto por los pacientes como por otras personas. La mayoría de los accidentes de circulación son colisiones provocadas por la premura de tiempo, la sobrecarga de trabajo, las malas condiciones meteorológicas y la formación inadecuada.
Se han notificado lesiones térmicas provocadas por ambientes excesivamente fríos o calientes. El clima y las condiciones meteorológicas locales, unidos al uso de ropas o de equipo inadecuado, producen estrés por calor y lesiones por frío. Por otra parte, en el personal de servicio en las ambulancias se han observado casos de pérdida acelerada de audición provocada por la exposición al ruido ambiental producido por las sirenas, que excede de los umbrales recomendados.
La inhalación de humos y la intoxicación por gases, como el monóxido de carbono, entrañan graves riesgos de lesión respiratoria para el personal auxiliar. Aunque no es muy frecuente, estas exposiciones pueden tener consecuencias nefastas. A veces, el personal que responde inicialmente a una llamada de urgencia se encuentra mal equipado para las labores de rescate y puede ser víctima del humo y los gases tóxicos antes de recibir refuerzos y equipos complementarios.
Al igual que otros trabajadores de la asistencia sanitaria, el personal auxiliar afronta un riesgo creciente de infección por virus patógenos transmitidos por la sangre, en especial el de la hepatitis B (VHB) y, presumiblemente, el de la hepatitis C. Se hallaron marcadores serológicos de infección por el VHB en el 13 al 22 % de los enfermeros de urgencias médicas, lo que supone del triple al cuádruple de la prevalencia observada en el conjunto de la población (Pepe y cols. 1986). En una encuesta realizada se puso de manifiesto una correlación entre el riesgo de infección y el número de años de servicio en urgencias médicas. Las medidas recomendadas para la prevención del contagio del VHB y del VIH entre los trabajadores de la asistencia sanitaria, que se exponen en otro capítulo de la presente Enciclopedia, son igualmente de aplicación al personal auxiliar. En el ámbito de los efectos secundarios, el uso de guantes de látex como medio de protección contra los agentes patógenos en sangre, puede contribuir a un mayor riesgo de urticaria por contacto y otras manifestaciones de alergia a los productos del caucho, similares a las observadas entre los trabajadores sanitarios de los hospitales.
El trabajo paramédico y en las ambulancias, que se desarrolla en ambientes peligrosos e incontrolados y obliga a tomar decisiones críticas con escaso margen de tiempo y sin el apoyo de un equipo adecuado, genera un elevado nivel de estrés laboral. La disminución del rendimiento profesional, la insatisfacción en el trabajo y la pérdida de interés en los pacientes que puede producirse a consecuencia del estrés constituyen un peligro, tanto para los prestadores de la asistencia como para el público en general. Se ha recomendado la intervención de especialistas en salud mental después de producirse algún siniestro importante u otro incidente traumático, junto con otras estrategias para reducir el agotamiento de los trabajadores de urgencias, con el objeto de mitigar los efectos destructivos del estrés en este campo (Neale 1991).
Existen pocas recomendaciones específicamente orientadas a las pruebas selectivas y a la adopción de medidas preventivas entre el personal auxiliar. Todos los trabajadores expuestos a líquidos y materiales infecciosos deben vacunarse contra el virus de la hepatitis B y aprender a protegerse de los agentes patógenos en sangre. Los centros sanitarios de Estados Unidos están obligados a comunicar cualquier exposición no protegida de su personal de urgencias a agentes patógenos en sangre o en el aire, así como a cualquier enfermedad infecciosa poco frecuente o rara, como la tuberculosis (NIOSH 1989). En otros países existen normas legales y directrices similares (Laboratory Center for Disease Control 1995). Especial importancia reviste la observancia de las prácticas habituales en materia de vacunación contra las enfermedades infecciosas (como la vacuna triple contra la rubéola, sarampión y paperas) y el tétanos. Las pruebas selectivas periódicas de la tuberculosis se recomiendan en los casos de posibles exposiciones de alto riesgo. Se ha indicado que el diseño adecuado del equipo, la enseñanza de la mecánica corporal y la información y formación sobre los riesgos puntuales, pueden contribuir a reducir las lesiones en el levantamiento de las víctimas, si bien el ambiente en que se desarrolla buena parte del trabajo del personal de las ambulancias puede hacer ineficaces los controles mejor diseñados. Es preciso analizar cuidadosamente el ambiente en que se realiza el trabajo auxiliar, y suministrar las ropas y el equipo de protección adecuados. El adiestramiento en el uso de equipos autónomos de protección respiratoria, es conveniente para las personas expuestas a gases y humos tóxicos. Por último, es preciso tomar en consideración el desgaste producido por el estrés en el personal paramédico y en los técnicos de urgencias, y elaborar estrategias de formación e intervención destinadas a reducir estos efectos.
El personal auxiliar, incluidos enfermeros de urgencias médicas y personal de transporte de las ambulancias, presta la asistencia sanitaria inicial en el lugar del accidente, siniestro o enfermedad aguda, y transporta a los pacientes a los puntos en que pueden recibir el tratamiento adecuado. Los avances del equipo sanitario y de las comunicaciones, han incrementado las posibilidades de estos trabajadores de reanimar y estabilizar a las víctimas mientras los trasladan a un centro de urgencias. El aumento de la capacidad de los enfermeros de urgencias médicas, va acompañado de la elevación de los riesgos a que se ven expuestos en el cumplimiento de sus funciones. El personal sanitario de urgencias trabaja en pequeños equipos, integrados generalmente por dos o tres personas que con frecuencia realizan su trabajo en instalaciones mal equipadas y de difícil acceso. En el medio ambiente de trabajo se pueden producir riesgos imprevistos o incontrolados de orden biológico, químico y físico. Las situaciones dinámicas rápidamente cambiantes y la hostilidad de los pacientes y del entorno pueden exacerbar los peligros inherentes al trabajo. En el diseño de estrategias para reducir y prevenir las lesiones profesionales, se deben tomar en consideración los riesgos para la salud del personal auxiliar.
Los riesgos a que está expuesto el personal auxiliar se clasifican en cuatro categorías principales: riesgos físicos, riesgos por inhalación, exposición a agentes infecciosos y estrés. Los riesgos físicos comprenden tanto las lesiones musculosqueléticas relacionadas con las tareas profesionales, como los efectos causados por el ambiente de trabajo. El levantamiento de grandes pesos en posiciones difíciles es el mayor riesgo físico que sufren estos trabajadores y es responsable de más de un tercio de las lesiones. Las distensiones de espalda constituyen las lesiones más frecuentes y, según un estudio retrospectivo, el 36 % de las lesiones comunicadas se debían a distensiones lumbares (Hogya y Ellis 1990). El levantamiento de los pacientes y del equipo parecen ser las principales causas de aparición de las lesiones lumbares de espalda, dos tercios de las cuales, aproximadamente, se producen en el lugar de intervención. Las lesiones recurrentes de espalda son frecuentes y pueden provocar una incapacidad de larga duración o permanente que fuerza la jubilación anticipada de trabajadores experimentados. También son frecuentes las contusiones de cabeza, cuello, tronco y extremidades, los esguinces de tobillos, muñecas y manos y las heridas en los dedos. Otras causas de lesiones son los accidentes de circulación y la violencia ejercida tanto por los pacientes como por otras personas. La mayoría de los accidentes de circulación son colisiones provocadas por la premura de tiempo, la sobrecarga de trabajo, las malas condiciones meteorológicas y la formación inadecuada.
Se han notificado lesiones térmicas provocadas por ambientes excesivamente fríos o calientes. El clima y las condiciones meteorológicas locales, unidos al uso de ropas o de equipo inadecuado, producen estrés por calor y lesiones por frío. Por otra parte, en el personal de servicio en las ambulancias se han observado casos de pérdida acelerada de audición provocada por la exposición al ruido ambiental producido por las sirenas, que excede de los umbrales recomendados.
La inhalación de humos y la intoxicación por gases, como el monóxido de carbono, entrañan graves riesgos de lesión respiratoria para el personal auxiliar. Aunque no es muy frecuente, estas exposiciones pueden tener consecuencias nefastas. A veces, el personal que responde inicialmente a una llamada de urgencia se encuentra mal equipado para las labores de rescate y puede ser víctima del humo y los gases tóxicos antes de recibir refuerzos y equipos complementarios.
Al igual que otros trabajadores de la asistencia sanitaria, el personal auxiliar afronta un riesgo creciente de infección por virus patógenos transmitidos por la sangre, en especial el de la hepatitis B (VHB) y, presumiblemente, el de la hepatitis C. Se hallaron marcadores serológicos de infección por el VHB en el 13 al 22 % de los enfermeros de urgencias médicas, lo que supone del triple al cuádruple de la prevalencia observada en el conjunto de la población (Pepe y cols. 1986). En una encuesta realizada se puso de manifiesto una correlación entre el riesgo de infección y el número de años de servicio en urgencias médicas. Las medidas recomendadas para la prevención del contagio del VHB y del VIH entre los trabajadores de la asistencia sanitaria, que se exponen en otro capítulo de la presente Enciclopedia, son igualmente de aplicación al personal auxiliar. En el ámbito de los efectos secundarios, el uso de guantes de látex como medio de protección contra los agentes patógenos en sangre, puede contribuir a un mayor riesgo de urticaria por contacto y otras manifestaciones de alergia a los productos del caucho, similares a las observadas entre los trabajadores sanitarios de los hospitales.
El trabajo paramédico y en las ambulancias, que se desarrolla en ambientes peligrosos e incontrolados y obliga a tomar decisiones críticas con escaso margen de tiempo y sin el apoyo de un equipo adecuado, genera un elevado nivel de estrés laboral. La disminución del rendimiento profesional, la insatisfacción en el trabajo y la pérdida de interés en los pacientes que puede producirse a consecuencia del estrés constituyen un peligro, tanto para los prestadores de la asistencia como para el público en general. Se ha recomendado la intervención de especialistas en salud mental después de producirse algún siniestro importante u otro incidente traumático, junto con otras estrategias para reducir el agotamiento de los trabajadores de urgencias, con el objeto de mitigar los efectos destructivos del estrés en este campo (Neale 1991).
Existen pocas recomendaciones específicamente orientadas a las pruebas selectivas y a la adopción de medidas preventivas entre el personal auxiliar. Todos los trabajadores expuestos a líquidos y materiales infecciosos deben vacunarse contra el virus de la hepatitis B y aprender a protegerse de los agentes patógenos en sangre. Los centros sanitarios de Estados Unidos están obligados a comunicar cualquier exposición no protegida de su personal de urgencias a agentes patógenos en sangre o en el aire, así como a cualquier enfermedad infecciosa poco frecuente o rara, como la tuberculosis (NIOSH 1989). En otros países existen normas legales y directrices similares (Laboratory Center for Disease Control 1995). Especial importancia reviste la observancia de las prácticas habituales en materia de vacunación contra las enfermedades infecciosas (como la vacuna triple contra la rubéola, sarampión y paperas) y el tétanos. Las pruebas selectivas periódicas de la tuberculosis se recomiendan en los casos de posibles exposiciones de alto riesgo. Se ha indicado que el diseño adecuado del equipo, la enseñanza de la mecánica corporal y la información y formación sobre los riesgos puntuales, pueden contribuir a reducir las lesiones en el levantamiento de las víctimas, si bien el ambiente en que se desarrolla buena parte del trabajo del personal de las ambulancias puede hacer ineficaces los controles mejor diseñados. Es preciso analizar cuidadosamente el ambiente en que se realiza el trabajo auxiliar, y suministrar las ropas y el equipo de protección adecuados. El adiestramiento en el uso de equipos autónomos de protección respiratoria, es conveniente para las personas expuestas a gases y humos tóxicos. Por último, es preciso tomar en consideración el desgaste producido por el estrés en el personal paramédico y en los técnicos de urgencias, y elaborar estrategias de formación e intervención destinadas a reducir estos efectos.


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