Huelgas de hambre para defender el puesto de trabajo ante la elevada voracidad empresarial
Jon Aitor Ibarloza y Egoitz Montejo son de LAB y en el espacio de cuatro meses realizaron sendas huelgas de hambre para recuperar sus puestos de trabajo, arropados por delegados del sindicato abertzale. Al final, lo consiguieron. La lucha organizada tiene premio.
Juanjo BASTERRA I
Juanjo BASTERRA I
En estos tiempos que corren para los trabajadores, una de las fórmulas más eficaces para la defensa del puesto de trabajo es llevar adelante una huelga de hambre. No son generalizadas, pero han demostrado que si se lucha hasta el final, se puede obligar a la empresa a dar marcha atrás a la terrible decisión de dejar a alguien en la calle y, en muchas ocasiones, sin perspectivas de futuro.
Lo triste de la situación, como indican los dos últimos casos de éxito, es que «te tengas que jugar la salud para mantener un empleo», como considera Jon Aitor Ibarloza, quien estuvo acampado en una tienda de campaña ante la empresa Rothenberger en Abadiño y realizó una huelga de hambre que duró cuatro días o el caso de Egoitz Montejo, de Ambulancias Bizkaia UTE, que ayunó durante catorce días para recuperar su trabajo como conductor de ambulancia. Detrás, además de los despidos se encuentran represalias de la dirección de la empresa contra los trabajadores que, o no han aceptado el chantaje que en algún momento les ha propuesto el empresario o que aprovechando la situación de crisis, la dirección de la empresa hace una limpieza de aquellos trasbajadores que le resultan incómodos. CONTINUA
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